¿Alguna vez te has preguntado por qué las personas quieren sentir la emoción del miedo a pesar de ser, a primera vista, una sensación negativa que tendemos a evitar?
Halloween está a la vuelta de la esquina y quizá sea esta fiesta el ejemplo más claro de cómo en ocasiones a las personas nos gusta enfrentarnos voluntariamente al miedo y disfrutamos sintiéndolo. En Halloween las personas se disfrazan para provocar miedo y susto; se decoran las casas y los comercios con motivos relacionados con el terror y las fobias; incluso es un día en el que gusta escuchar historias o ver películas de miedo. Todo ello con la finalidad de despertar esa emoción tan potente del Universo de Emociones.
Utilizamos todos estos estímulos en busca esa emoción tan intensa que, además de liberar dopamina y adrenalina, permanece en nuestra memoria.
¿Qué es el miedo?
Está claro que la emoción Miedo es una sensación buscada pero, ¿qué es en realidad el miedo? Básicamente, el miedo es una alarma ante una amenaza.
En el libro de Universo de Emociones, se explica que la forma más habitual de afrontar el miedo es la huida o evitación de la situación peligrosa, siempre que sea posible. Si esto no es posible, el miedo motiva a afrontar el peligro […]. Así, nuestra reacción es rápida: movilizamos una gran cantidad de energía de tal forma que la respuesta puede ser más intensa que en condiciones normales.
Además, alrededor del miedo gravitan diversas emociones como temor, terror, horror, pánico, pavor, susto, espanto, o incluso canguelo. Todas ellas necesarias para asegurar nuestra supervivencia y progresar hacia el bienestar.

¿Por qué buscamos el miedo?
Pero siendo que esta es una emoción que a priori nos sirve de herramienta de supervivencia, ¿por qué los seres humanos se empeñan en exponerse al miedo? La respuesta podemos encontrarla en la hiperactivación física y en la descarga de adrenalina y dopamina que supone esta, que es la responsable de que se experimente una placentera sensación de euforia.
De hecho, según algunas investigaciones, las hormonas relacionadas con el miedo son similares a las de la felicidad. De ahí a que algunas personas tras pasar miedo en una situación controlada afirmen sentirse en un mejor estado de ánimo. Por eso no es extraño que el buscar estímulos que provoquen miedo pueda llegar a ser hasta adictivo.
De este modo, en una situación controlada en la que se esté experimentado miedo, las personas se sienten llenas de energía, pero sabiendo que no van a sufrir las consecuencias de una amenaza real.
También hay estudios que apuntan a la necesidad de liberar sentimientos que se consideran socialmente incorrectos y morbosos. Por ejemplo, con una historia de terror y violencia pueden saciarse sentimientos como la venganza.
Por otro lado, la curiosidad y el aprendizaje de lo inexplorado también podría estar ejerciendo un papel importante a la hora de querer experimentar la emoción del miedo, buscando experiencias inquietantes y desconocidas que ayuden al desarrollo intelectual.
Como vemos, no es para nada raro que el miedo nos fascine tanto. Y es que no podemos vivir sin prescindir de ninguna de las emociones que conforman nuestro gran Universo de Emociones.