«Hasta en el más rotundo éxito subyace un trasfondo de amargura, frustración y desencanto», José L. Rodríguez Jiménez.
La frustración es una emoción de tercer nivel que pertenece a la galaxia de la tristeza y convive en ella junto a las emociones: pena, dolor, pesar, duelo, desconsuelo, abatimiento, sufrimiento, disgusto, aflicción, amargura, preocupación, desaliento, pesimismo, desgana, nostalgia, melancolía, añoranza, morriña, soledad, abandono, desilusión, desolación, decepción, humillación, depresión, etc.
Al igual que la esperanza, la frustración es una de las emociones más difíciles de ubicar. Aunque la frustración pertenece a la galaxia de la tristeza, se sitúa entre esta galaxia y la galaxia de la ira. Dentro del Universo de Emociones, la frustración se ha posicionado justo ahí, debido a que la experiencia de la frustración activa las emociones de ira y tristeza.
La frustración es no conseguir lo que se esperaba. Se trata de la emoción que se experimenta cuando un obstáculo se interpone en el camino y nos impide el logro de nuestros objetivos.
No alcanzar nuestras metas nos puede provocar frustración y ésta, como vemos en el mapa de Universo de Emociones, nos puede llevar a la tristeza o a la ira. Pero hay quienes, ante situaciones adversas, son capaces de reaccionar de una manera adaptativa. Estas personas son las tolerantes a la frustración.
Ejemplo de ello fue Thomas Alva Edison. Cuando llevaba acumulados una cantidad enorme de intentos para lograr la bombilla eléctrica, se encontró con un conocido periodista que le pregunto, de forma despreciativa: “¿Cuántos fracasos llevas acumulados?, ¿cuántos vas a necesitar antes de desistir?, ¿cuántas veces necesitas fracasar para darte cuenta de que es imposible?”. Edison se limitó a responder: “Ahora ya he aprendido 867 maneras en que no funciona”. Tuvo que realizar más de mil intentos infructuosos antes de lograrlo. Si no hubiera tenido una alta tolerancia a la frustración, nunca hubiera conseguido inventar la bombilla eléctrica, que cambió la forma de vida de la humanidad.
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The inherent Britishness of the Shipping Forecast is attractive as well. It’s a stoic element of shared cultural history, and can be immensely calming to an expat who finds it on BBC World Service.I can just imagine reciting the almost Lewis Carroll-esqe nonsense poetry of the regional names whilst flicking them around a leather cord bracelet on a long night-time journey.