El síndrome de Stendhal es la máxima expresión de la emoción que sentimos al exponernos a un estímulo cuya belleza nos sobrepasa.
El llamado «síndrome de Stendhal» es una descompensación mental aguda producida por la exposición a estímulos de gran belleza, que sobrepasa la sensibilidad de quien la percibe y despierta fuertes emociones, las «emociones estéticas».
«Las emociones estéticas son las que se experimentan ante las obras de arte o la belleza. El arte tiene por objetivo suscitar emociones»
Extracto del libro Universo de Emociones
La principal causa de esto parece ser la saturación de la capacidad humana para percibir impresiones de gran belleza estética o artística en poco tiempo. Y si bien es cierto que hay personas con mayor predisposición a la descompensación mental, este síndrome no se limita a personas con antecedentes psiquiátricos. Depende más bien de la sensibilidad personal a los estímulos.

No obstante, esta sensibilidad personal va también muy ligada a la educación y el conocimiento sobre aquello que produce el estímulo. Es decir, una persona que, por ejemplo, haya estudiado el contexto de Miguel Ángel y tenga ciertas nociones sobre escultura, es mucho más probable que sufra el síndrome de Stendhal al ver el David que otra persona que simplemente lo observe y considere bello.
Las mejores medidas preventivas son el descanso, la hidratación, una buena alimentación y la protección contra la sobreexposición solar
Este síndrome se manifiesta de manera repentina y suele tener una duración corta. Algunos de los principales síntomas que conlleva son una sensación de ahogo, dolor en el pecho, elevación del ritmo cardíaco, mareo, desorientación, sentimientos de euforia o por el contrario de tristeza, fatiga o, en casos más extremos, alucinaciones.
¿Cuál es su origen?
El origen del síndrome de Stendhal se remonta al año 1817, cuando el escritor francés Henri-Marie Beyle, quien usaba el pseudónimo Stendhal para firmar sus obras, viajó a la ciudad de Florencia (Italia) y presenció la belleza y monumentalidad del lugar.

En su visita a la Basílica de la Santa Cruz, Beyle, es decir, Stendhal, describió una serie de sensaciones y emociones extremas que despertó en él la belleza de este sitio. Posteriormente, experimentó de manera recurrente esas sensaciones, debido a la estrecha vinculación de la ciudad en la que se encontraba con los mejores artistas renacentistas.
El arte y la belleza de Florencia llevaron a Stendhal a experimentar emociones tan fuertes que llegó a sentir mareos, vértigos o incluso a desvanecerse.

Pero esto no fue solo cosa de Stendhal. Así, años después, en 1979, la psiquiatra florentina Graziella Magherini recogió todos estos síntomas y su causa y los categorizó. Nacía así el síndrome de Stendhal.