El odio es el patito feo de las emociones. Un ejército de ‘coaches’ motivacionales nos han reprimido con sus sentencias vacías. Aquí llega el primer manual ilustrado del odio para poner fin a esta injusta situación: El libro del odio, de Fermín Zabalegui.
Fermín Zabalegui, el autor de El libro del odio, se describe a sí mismo como hater a tiempo parcial, melómano tecnólogo congénito degenerativo y parte del problema desde 1977. Colabora con varios medios, entre ellos, la revista GQ y el periódico El País. Hablamos con él para conocer más detalles sobre su visión de la emoción del odio y, por supuesto, sobre El libro del odio.

¿«Viva el odio»?
No es tanto un «¡viva!» como una aceptación serena. Es preferible no odiar, de la misma manera que es preferible estar alegre a estar triste, pero el odio como sentimiento o emoción compleja forma parte de nosotros y tiene un propósito. Así que tenemos que aceptarlo, conocerlo y educarlo, porque es inevitable. Debemos abrazar nuestro odio.
¿Cómo y por qué decides escribir este libro?
Durante muchos años generé mucho contenido en Internet, para medios y para agencias de publicidad, y acabé fascinado al analizar las motivaciones y las respuestas de los usuarios en redes y, en concreto, el universo hater.
Empecé una columna en Tentaciones de El País, llamada el Manual del Buen Hater, donde en tono de humor, daba instrucciones para odiar más y mejor. Ahí empecé a estudiar el odio de manera más normativa y después me propusieron hacer el libro.
«Twitter y Facebook seguirían existiendo sin odio, pero serían mucho menos rentables»
Fermín Zabalegui
Incluyes una parte dedicada a cómo trabajar nuestro odio en redes sociales, un ecosistema en el que el odio abunda, ¿tendrían tanto juego las redes si sus usuarios no acudieran a ellas a manifestar su odio?
Está demostrado que reaccionamos más ante una publicación que nos activa nuestro odio que ante cualquier otra. Twitter y Facebook seguirían existiendo sin ese odio, claro, pero serían mucho menos rentables. Sus algoritmos de publicación han aprendido estos mecanismos, así que van a intentar provocar nuestro odio, porque saben que así haremos más comentarios, compartiremos más y engordaremos la conversación de odio.
Para las redes sociales se trata, simplemente, de aumentar el tiempo de utilización y la interacción de sus usuarios, y de esa manera, aumentar el beneficio.
¿Por qué crees que tenemos esa necesidad de manifestar el odio que tenemos hacia algo y parece que aún más en internet?
Creo que existen dos factores clave. Por un lado, somos una sociedad muy poco madura en el odio y en el conflicto. No sabemos gestionar bien nuestras aversiones, porque no se nos ha educado en ello, nos han reprimido el odio. La gente no sabe ofenderse, no sabe controlar la diferencia. Esas emociones nos llevan a expresar violentamente nuestro punto de vista, no sabemos contenernos.
El segundo factor es el anonimato, aunque sea relativo. Internet abre mucho más la brecha de empatía, ya que no ponemos cara a nuestros rivales. Nos ha dado la oportunidad de entrar en las provocaciones sin pudor. Internet es la tormenta perfecta para el odio inmaduro.
También incluyes un «calendario del odio», ¿hay realmente tantas cosas para odiar?
Las fechas señaladas nos provocan innumerables odios. De la misma manera que encontramos gente que adora la Navidad o se pirra por una Semana Santa en Sevilla, encontraremos verdaderos haters de San Valentín, de Halloween o del mes de agosto. Nunca llueve a gusto de todos, y tenemos odios muy variados.
Animas a sacar «el hater que llevamos dentro», sin embargo tú te defines como hater solo «a tiempo parcial»
No es viable estar todo el día odiando. Hay que odiar, claro, pero un ratito. Aunque sea lunes, sean las siete de la mañana, nuestro equipo de fútbol haya perdido, esté lloviendo y no tengamos paraguas, siempre encontraremos motivos para pasar página de nuestro odio. La gente que hace de su odio un estado continuo es tremendamente infeliz.
«La expresión violenta del odio es un fracaso en la gestión emocional»
Fermín Zabalegui
También dices sí al odio pero no a la rabia, ¿cuál es la diferencia para ti? ¿Es posible separarlos?
Más que decir no a la rabia o la ira, que es otra emoción necesaria y que no podemos evitar, hay que decir no a la expresión violenta del odio o de la rabia, tanto verbal como física. La expresión violenta del odio es un fracaso en la gestión emocional.
Tenemos que conseguir entender nuestros odios, por qué existen y cómo manejarlos, de la misma manera que tenemos que educarnos en nuestra tristeza o nuestro miedo. No deberíamos permitir esta expresión violenta, ya sea en un comentario en redes sociales o, en un caso extremo, en un tiroteo en un centro comercial.
¿Cómo crees que evolucionará esta emoción en la sociedad? ¿Odiaremos cada vez más o menos? ¿Y odiaremos mejor o peor?
Soy optimista frente a esto. Creo que la educación emocional va avanzando y la educación en el odio no se va a quedar atrás. Además, la madurez en redes sociales irá creciendo y la conversación de odio, disminuyendo o convirtiéndose en algo más constructivo. Odiaremos muchas cosas, pero mejor. Hay que buscar puntos comunes y trabajar mucho la empatía y el conflicto.
¿Has pensado en un próximo libro tratando otra emoción? Si fueras a hacerlo, ¿cuál te parecería interesante?
Bueno, estoy haciendo otro libro sobre el odio, este con un acercamiento económico, muy interesante. Pero si tuviese que hacer otra cosa, existe un sentimiento que es una emoción muy compleja y muy humana, que es la nostalgia. Me encantaría trabajar sobre ella, porque me parece maravillosa, mezcla alegría, tristeza, amor, tiempo… es fascinante. Además, es otro grandísimo motivador de la conversación en redes sociales.
Hola lectores!!
Me ha gustado la entrevista y con o la explicado Martín la emoción del odio. Pienso que su libro puede ser el libro del verano.
Un Saludo
César Falcón Magaña