La ira es una de las emociones más fuertes e intensas que podemos experimentar. Pertenece a la constelación de las emociones negativas, esto no quiere decir que sea malo experimentarla. La ira como todas las emociones es necesaria y puede ser buena. Se puede transformar la ira en energía positiva.
La ira es una reacción de irritación, furia o cólera desencadenada por la indignación y el enojo de sentir vulnerados nuestros derechos.
Extracto del libro Universo de Emociones
Es una emoción de supervivencia, con ella aprendemos a defendernos ante situaciones que pueden hacer daño, incluso nos anima a luchar ante una injusticia.
Pueden generar la ira situaciones que ejercen un control externo o coacción sobre nuestro comportamiento. Cualquier estímulo o evento, según la valoración que se realice sobre el mismo, puede ser potencialmente capaz de desencadenar ira.
El problema viene cuando la ira desencadena acciones de defensa tan fuertes que puede desatar violencia. Por ello, es necesario conocer su origen y saber cómo gestionarla.

Pero, ¿cómo podemos transformar la ira en energía positiva?
En primer lugar debemos ser conscientes que cuando experimentamos ira es una señal de alarma de que algo no está sucediendo como nosotros deseamos. Una vez detectado qué ha sido el causante de alterar nuestro estado emocional, podemos expresarlo o no.
Por una parte, se puede intentar ejercer el «control de la ira». Esto se refiere a los intentos de dominar la expresión de la ira, de tal forma que los demás no perciban ese estado emocional. Puede ser una forma de regulación emocional.
Por otra parte, si no se quiere exteriorizar esta emoción verbalmente ante otras personas, un buen recurso es expresar nuestros pensamientos escribiendo. Tras expresar tus pensamientos, te sentirás mejor.
Es momento de analizar qué es lo que has sentido y qué sientes en ese momento. Ser consciente de tus emociones es el primer paso para comenzar a gestionarlas.
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