Llega el mes de septiembre y con él la vuelta a la rutina. Tras días de desconexión en las vacaciones, retomar el ritmo de vida nos puede parecer una cuesta interminable. Esto puede dar como resultado la experimentación de ciertas emociones que, en conjunto, constituyen el conocido síndrome posvacacional.
La vuelta al trabajo tras las vacaciones nos puede afectar, hasta el punto de llegar a experimentar emociones como la tristeza, la ansiedad o el estrés. Además, puede afectarnos físicamente causándonos falta de apetito, irritabilidad, somnolencia o fatiga. Por lo general, pasamos de experimentar emociones positivas a otro estado emocional opuesto y negativo. Incluso los más pequeños de la casa pueden responder con una respuesta negativa con la vuelta a las aulas.
Existen varios términos para definir este conjunto de emociones. El más conocido es el síndrome posvacacional, que se define como «una ruptura en el proceso de adaptación o transición entre el tiempo de ocio y descanso generado por las vacaciones y la vuelta a la rutina laboral», según un estudio de Lee Hecht Harrison elaborado en 2019. Pese a no estar recogido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad —puesto que se trata de un trastorno adaptativo—, el 41% de la población activa española está sufriendo o sufrirá este síndrome al reincorporarse al trabajo, según el mismo estudio. Este síndrome se verá acentuado en los próximos años debido a los cambios en las rutinas laborales y el trabajo en remoto.
¿Qué puedo hacer para combatirlo?
Existen algunas prácticas que pueden ayudar a prevenir o minimizar sus síntomas:
- Retomar nuestros hábitos de forma paulatina. Es importante retomar las rutinas de alimentación, deporte y descanso antes de volver al trabajo. Hacerlo de golpe el primer día puede frustrarnos, causando un estrés evitable si se realiza unos días previos a reanudar nuestro ritmo de vida.
- Volver al ambiente de trabajo. Se recomienda visitar los lugares recurrentes en nuestra rutina —entre ellos, el espacio de trabajo— unos días antes de restablecer la jornada laboral tras las vacaciones. Dar un paseo por las calles de alrededor de la oficina o tomarnos un café en la cafetería más cercana puede ayudarnos a adaptarnos con facilidad.
- Dividir las vacaciones por bloques. Una buena opción para apaciguar el impacto de la vuelta a la rutina es realizar más periodos de vacaciones cortos, en vez de concentrar todos los días disponibles en un solo periodo de tiempo. Los intervalos favorecen las emociones positivas a la hora de restablecer nuestros horarios. Pero, recuerda: los especialistas recomiendan para nuestro bienestar tomar como mínimo dos semanas de vacaciones seguidas al año.
- Planifica la vuelta. Coge lápiz y papel y apunta todo lo que creas que necesitas para la vuelta a la rutina. Intenta organizar todo lo necesario (lista de la compra, reencuentros, responsabilidades laborales) para comenzar el primer día con la mente totalmente preparada y consciente.
- Identifica tus emociones para poder gestionarlas. Conocer lo que sentimos en cada momento es crucial para determinar si padecemos el síndrome posvacacional. Como hemos comentado, las emociones negativas son las que salen a relucir en este caso. Una buena herramienta es el libro Universo de Emociones, en el que Eduard Punset y el profesor Rafael Bisquerra explican las diferentes galaxias de emociones y cómo gestionarlas para reconducirlas hacia emociones positivas que salvaguarden nuestro bienestar.
Si sientes malestar o tienes dudas sobre las emociones que experimentas, visita a un profesional. Para cualquier consulta sobre las herramientas de Universo de Emociones, escríbenos a correo@universodeemociones.com.
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